San Jorge o el santo viajero que no existió.

Cuentan que cuándo un grupo de señoras zaragozanas se reunieron con el sacerdote la víspera de San Jorge, le preguntaron entre perplejas y recelosas:

«-¡Padre, pero lo podemos celebrar mañana o no?».

Todo se debió a que en febrero de 1969 el Motu Propio del Papa San Pablo VI, «Mysterii Paschalis», reformó el actual Calendario Litúrgico. Sin entrar a valorar cuestiones dogmáticas o relacionadas con el derecho canónico, lo cierto es que desaparecieron muchos Santos y Santas cuya biografía fuera más propia de la leyenda que de veraces hechos históricos. Para decirlo de manera concisa esto se hizo por falta de noticias ciertas sobre su vida, se degradaron las fiestas litúrgicas de estos Santos y Santas a memoria facultativa sin tocar el culto que se les dedica.

Oficialmente desaparecieron Santos cómo San Cristóbal o el propio San Jorge. Otro asunto es que la tradición los haya mantenido. Nuestro Santo cuya devoción se extiende a varios territorios de España, otros países como Inglaterra o Georgia, incluso a otras religiones cómo la Ortodoxa rusa o la musulmana que lo considera profeta, sigue celebrándose cada año cómo Patrono de Aragón desde el lejano 1461. 

Además de esto también se le considera el patrono de los caballeros, los soldados, los esgrimadores, los arqueros y hasta de los scouts; además se le invoca contra la lepra y el mal de la peste incluso, cómo curiosidad, contra las serpientes venenosas.

Las imágenes de este Santo supuestamente soldado natural de la Capadocia muerto a causa de defender su fe cristiana en la época de Diocleciano son muy abundantes desde la Edad Media. No olvidemos su presencia milagrosa y legendaria, evidentemente, en la batalla de Alcoraz, que dió la victoria al bando cistiano dirigido por el Rey Pedro I, ganando Huesca a los musulmanes.

En la Real Capilla de Santa Isabel de Portugal se conservan varias de estas representaciones por ejemplo el coronamiento del retablo exento que preside la iglesia. Remarcando todo el repertorio heráldico e histórico de la antigua Corona de Aragón.

Fue elaborado entre 1750 y 1760 atribuido al artista José Ramírez de Arellano, célebre por su colaboración en la decoración escultórica de la Basílica de El Pilar, otra obra trascendental en la que intervino la monarquía. 

Esta imagen que corona el retablo se le llamaba coloquialmente entre los empleados de la Diputación Provincial cómo el «San Jorge viajero». Tan pronto se encontraba en la iglesia en dicho retablo, su sitio, cómo en el Palacio Provincial de Plaza España. Al inicio de la escalera principal dónde se ubica hoy recepción se hallaba esta colosal imagen del Santo alanceando el dragón, sin duda la leyenda que más iconografía ha generado. 

También en esta iglesia tan importante para el arte sacro de nuestra ciudad se encuentra una capilla a él dedicada. Oscura y enmascarada por diversas imágenes de la Semana Santa destaca la pintura mural de estilo colorista y rotundo de José Baqué Ximenez pintor zaragozano muy popular, entre otras razones, por su participación en numerosas «iglesias de colonización». Recordar cómo detalle anecdótico que en esta capilla situada a los pies del templo, los religiosos Teatinos montaban un poco recordado, pero originalísimo «Belén de autómatas».

Lo más peculiar es que en la iglesia de la Reina de Portugal hay varias imágenes de Santos de honda tradición eliminados del calendario litúrgico. Es así el caso de Santa Bárbara que se encuentra también en el Altar Mayor en su lado derecho, aludiendo al nombre de pila de la Reina consorte, esposa de Fernando VI de Borbón, doña Bárbara de Braganza. O ya en la Sacristía lo que fuera el busto relicario de Santa Úrsula de similares características estilísticas a otros tan populares cómo el de San Valero del tránsito al siglo XV.

Existiera o no San Jorge, es hoy un motivo para conocer nuestra historia común, nuestras manifestaciones artísticas y celebrar la cultura en torno a una fecha que precisamente nos debería reunir y unir.

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