04 May ¿Quién no le levantaría un monumento a su madre?
Por iniciativa de Radio Popular en mayo de 1967 fue inaugurado uno de los pocos monumentos dedicados a la Madre que hay en España.
Resulta revelador el lenguaje utilizado por el presidente de la Junta Rectora de esta radio, Arturo Garcia Lacave, comentando en su inauguración que con la obra en un primer momento se pensó en conmemorar «tanto a la madre terrena como a la del cielo, pero pronto se desechó esta idea porque en Zaragoza, la Madre del cielo, tiene un monumento singular en la Sagrada Columna sobre la que reina la Virgen del Pilar».
Esto nos da también la clave del concepto que hasta no hace muchos años existía en torno a la celebración del día de la Madre, pues en nuestro país se hacía coincidir con el 8 de diciembre, Festividad de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora. Precisamente se cambió al primer domingo de mayo para no desvirtuar con el contenido comercial el significado religioso de la Patrona de España.
Era una manera entonces de vincular la maternidad con la figura de la mujer, asimilando los valores que se le suponen a las madres cómo entrega, amor, compañía, sacrificio y protección.
De este paralelismo sacralizado por la liturgia y la tradición poseen muchos ejemplos los Museos, Colecciones de arte y por supuesto templos e iglesias dónde el papel de la mujer se asimila con el de Esposa y Madre, relegándola demasiadas veces a un papel estrictamente doméstico.
Sin entrar a considerar temas que no nos conciernen, las representaciones de la maternidad en el arte sacro son incontables a lo largo de los siglos. Nuestro Museo Diocesano o Alma Mater Museum da buena cuenta de ello incluso por su denominación. La cultura cómo fuente de vida dónde todo comienza. «Alma Mater» significa «Madre Nutricia» y tiene que ver «tanto con el edificio que ha sido sede de la gestación de la historia de la ciudad y epicentro de la diócesis, como por ser un centro del que emana la cultura».
En el siglo XX, todavía en la época contemporánea ha existido cierto reduccionismo en todas estas cuestiones lo cual también se ha visto reflejado en el arte.
Esta diversidad de enfoque se ve en el asunto que hasta aquí nos traía, el «Monumento a la Madre». De los escasos ejemplos que se levantaron en España destaca el conocido cómo la «Madre de emigrante» de Ramón Muriedas que se encuentra en las bellas playas de Gijón con hondo contenido social y un lenguaje más cercano al arte actual. Si bien fue inaugurado no mucho después que el de Zaragoza, el nuestro es un monumento mucho más clásico en su lenguaje expresivo según esos clichés que hemos citado.
Lo que sí es más actual, o era en su estado original, es su integración con el entorno paisajistico algo que su autor desarrollaría a lo largo de su carrera que entonces daba sus primeros pasos y nunca mejor dicho.
El entonces joven escultor de 25 años eligió lo figurativo para llevarlo a cabo, lejos de lo que luego sería su estilo más identificativo. Ángel Orensanz nacido en un pequeño pueblo de Huesca es hoy uno de los artistas vivos más reconocidos internacionalmente con su estudio en el Manhattan neoyorquino. Tanto es así que es el único español que tiene el privilegio de contar con un día propio el «Angel Orensanz Day» concedido por el Ayuntamiento de Nueva York.
La idea de la construcción del monumento se dió a conocer en mayo de 1965, abriéndose al año siguiente la campaña de recaudación de fondos a la cual ayudaron los zaragozanos de todos los estamentos y organizaciones. Quizás la aportación más peculiar fue las casi 15.000 pesetas (de la época) que reunieron los jóvenes miembros de la banda rockera «Rocas Negras» tocando, por supuesto con notario presente, 24 horas ininterrumpidas.
Ubicado su emplazamiento en la zona dónde está el circuito para bicicletas conocido como «pump-track» y la nueva zona de juegos infantiles del parque conocido por los zaragozanos como parque grande, el estado actual del monumento resulta lamentable, más teniendo en cuenta no sólo su tema, su autor y las circunstancias descritas. Vandalizado con saña, después de las pintadas llegaron las mutilaciones de estas imágenes esculpidas en piedra.
El patrimonio escultórico no sólo está en los Museos y edificios singulares. Está también en las plazas, calles y parques.
Cómo citábamos líneas más arriba, la cultura es fuente de vida y deberíamos cuidarla protegerla y amarla cómo a una madre.
Nota: podéis buscar el Monumento en el Parque y juzgar la situación…
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