800 aniversario de la fundación del Monasterio de Piedra

La imagen romántica del monumento y su vergel (1861 – 1914)

Se puede visitar desde el 28 de septiembre hasta el 18 de noviembre en la sala del 4º espacio de la DPZ (coso 48), de martes a sabados de 11 a 14 y de 18 a 21, domingos y festivos de 11 a 14.

Esta exposición organizada por la Diputación Provincial de Zaragoza pretende mostrar la importancia que tuvo en el imaginario popular del siglo XIX el «vergel» del monasterio de Piedra que fue reconocido gracias a dos inventos capitales de

la historia de la técnica en el siglo XIX: la litografía y la fotografía. Piedra posee dos vidas, una física, la otra cultural o mental; la imagen gráfica que se enseña en esta exposición demuestra la relevancia de la interactuación de ambas.

A través de los ricos fondos bibliográficos que posee el Archivo-Biblioteca de la Diputación de Zaragoza se muestra una historia singular de los orígenes del turismo no sólo en Aragón sino en España y Europa. Un «grand tour» que gracias a otro invento fundamental, el ferrocarril, llevó a visitantes de todo el mundo a ese bello monasterio cisterciense enclavado en el término municipal de Nuévalos, en la provincia de Zaragoza.

En ella encontraremos cuatro espacios en los cuales disfrutar de: La imagen prefotografica, los primeros fotógrafos locales en piedra, el retablo del monasterio de piedra publicado en los monumentos arquitectónicos de España y la figura de Juan Laurent, un fotógrafo «rescatador de monumentos».

1.      LA IMAGEN PREFOTOGRÁFICA. PIEDRA EN LOS RECUERDOS Y BELLEZAS DE ESPAÑA. ARAGÓN (1844)

La serie Recuerdos y bellezas de España editada en diez volúmenes entre 1839 y 1865 es un caso ejemplar de la recuperación romántica del pasado histórico español y de su patrimonio histórico. El erudito menorquín José María Quadrado fue el encargado de redactar el volumen relativo al viejo reino de Aragón ilustrado por las ingenuas litografías de Francisco Javier Parcerisa, dibujante y litógrafo de la serie completa. No es casual que de los tres grabados dedicados al monasterio dos muestren la naturaleza pintoresca (y hasta sublime) del paisaje. Son un referente primordial de la imagen prefotográfica de Piedra amplificada posteriormente por la obra de numerosos fotógrafos desconocidos y la reedición en 1886.

2.      LOS PRIMEROS FOTÓGRAFOS LOCALES EN PIEDRA LAS VISTAS DE MARIANO JÚDEZ (h. 1866-1871)

El potencial turístico del monasterio de Piedra no paso inadvertido para los primeros fotógrafos locales de Aragón. El pionero Mariano Júdez y Ortiz (1832-1874) inició su trabajo como fotógrafo profesional en Zaragoza hacia 1856. Una de sus principales dedicaciones laborales fue el retrato y por su galería pasó el todo Zaragoza. Sin embargo, el fotógrafo supo encontrar nuevas fuentes de ingresos económicos para su negocio en otros géneros como la fotografía de monumentos y paisajes. El exhaustivo libro de firmas de los visitantes de Piedra que mandó Muntadas documenta al menos dos visitas de Júdez al monasterio: el 26 de julio de 1866 y el 25 de julio de 1871. Fruto de la primera estancia fue la publicación propia de un pequeño álbum de vistas del monasterio (160 x 250 mm). Está formado por veinte fotografías realizadas con la técnica de la albúmina, copiadas una a una y pegadas sobre cartulina presentadas en un marco de madera rústico litografíado en un tono encarnado y con un pie de ilustración. Un rápido análisis del contenido muestra la importancia dada a la fotografía de paisaje pues diecisiete de las imágenes reproducen el pintoresquismo de sus cascadas, grutas, paseos, etcétera, mientras la arquitectura del monasterio solo aparece en tres vistas. El libro fue un lucrativo souvenir que comprarían los viajeros y cuyas fotografías Júdez y su sucesor Coyne explotaron durante años.

3.      EL RETABLO DEL MONASTERIO DE PIEDRA PUBLICADO EN LOS MONUMENTOS ARQUITECTÓNICOS DE ESPAÑA (1852-1881)

Los Monumentos Arquitectónicos de España (1852-1881) fue una de las mayores iniciativas editoriales protagonizadas por el arte  gráfico  europeo  en  el  siglo  XIX.  Este extraordinario proyecto nació al amparo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y bajo el control científico de la recién creada Escuela Especial de Arquitectura. Desde el principio contó con el patrocinio estatal a través del Ministerio de Fomento y con la alta protección  de  la  reina  Isabel  II.  El  objetivo  del  proyecto fue crear un catálogo visual, recogiendo en imágenes la totalidad del patrimonio arquitectónico de España, en una publicación de lujo con estampas de la máxima calidad. La obra pretendía reunir los principales monumentos de las tres culturas existentes en suelo español: «pagana», «mahometana» y «cristiana», utilizando esta nomenclatura como primera y fundamental clasificación de la obra. Pese a la especialización arquitectónica también se dio cabida a otras obras como el retablo del monasterio de Piedra (1877), una de las obras maestras de la pintura gótica española. Muntadas como «viajero rescatador de monumentos» salvó de la destrucción o el robo el extraordinario tríptico-relicario  gótico  del  monasterio  (1390)  conservado  desde  1851,  en  la  Real Academia de la Historia, en Madrid. Una iniciativa notable que compartió con los eruditos Pascual de Gayangos, Luis López Ballesteros (director de la Academia de la Historia) y Felipe Canga Argüelles (ministro de fincas del estado).

4.      JUAN LAURENT EN PIEDRA. UN FOTÓGRAFO «RESCATADOR DE MONUMENTOS»

La obra fotográfica del francés Juan Laurent Minier (1816-1886) y su compañía de fotógrafos comisionados fijó la imagen de España en la Europa romántica. Laurent fue el principal responsable de la divulgación a través de la fotografía -entonces un medio moderno y novedoso de propaganda- de la naturaleza y el arte de Piedra. Su visita al monasterio está documentada en 1861, al poco de inaugurarse la Hospedería del monasterio, a la que sucedieron otras más debido a la documentación fotográfica que llevó a cabo del progreso de las obras del ferrocarril de la Compañía MZA. La fotografía como el turismo y el progreso de la civilización avanzaron al paso del ferrocarril y de la modernización de la red viaria; la construcción de la línea Madrid-Zaragoza-Alicante fue crucial para la historia y el desarrollo de Piedra como un hito del turismo español y europeo en el siglo XIX. Laurent y Compañía dedicaron decenas de fotografías al monasterio (o, dicho con precisión objetiva, al «vergel» de Piedra) en su extenso catálogo empresarial, el más importante de España, que fueron explotadas en copias de diversos formatos y reproducidas en muchas publicaciones nacionales y extranjeras.

La obra fotográfica del francés Juan Laurent Minier (1816-1886) y su compañía de fotógrafos comisionados fijó la imagen de España en la Europa romántica. Laurent fue el principal responsable de la divulgación a través de la fotografía -entonces un medio moderno y novedoso de propaganda- de la naturaleza y el arte de Piedra. Su visita al monasterio está documentada en 1861, al poco de inaugurarse la Hospedería del monasterio, a la que sucedieron otras más debido a la documentación fotográfica que llevó a cabo del progreso de las obras del ferrocarril de la Compañía MZA. La fotografía como el turismo y el progreso de la civilización avanzaron al paso del ferrocarril y de la modernización de la red viaria; la construcción de la línea Madrid-Zaragoza-Alicante fue crucial para la historia y el desarrollo de Piedra como un hito del turismo español y europeo en el siglo XIX. Laurent y Compañía dedicaron decenas de fotografías al monasterio (o, dicho con precisión objetiva, al «vergel» de Piedra) en su extenso catálogo empresarial, el más importante de España, que fueron explotadas en copias de diversos formatos y reproducidas en muchas publicaciones nacionales y extranjeras.

1Comentario
  • Jose luis Martin Vila
    Publicado a las 13:09h, 10 noviembre Responder

    Excelente muestra con el encanto de las fotos «retro» de este espacio que todos los aragoneses hemos visitado y mostrado a familias y amigos foráneos en varias ocasiones. Hemos disfrutado en los primeros viajes, de los enormes adoquines de Calatayud, nos hemos mojado en la cueva de la cascada de la Cola de Caballo y según hemos ido creciendo cambiamos adoquines por garbanzos con congrio y ricos caldos D.O. Presumimos de nuestras primeras fotos analógicas con novias, mujeres e hijos. Tuvimos la suerte de disfrutar del magnífico hospedaje en los primeros tiempos, en dos preciosos puentes otoñales recorriendo las hoces del Piedra, escuchando las explicaciones sobre la evolución del monasterio, su vinculación con el mundo del chocolate y la esperanza de intentar recuperar las ruinas causadas por la desamortización. Conocimos la existencia del retablo, que luego pudimos admirar en su emplazamiento actual . Por fin fatigados pero satisfechos cenamos como «priores» unas excelentes truchas Km 0 y unos caldos, incluido espumoso, que no creo los tomasen mejor los antiguos cistercienses. Para rematar una selección de bombones nos esperaban encima de la cama que degustamos en la galería del claustro a pesar del frio.
    He vuelto este verano con ocasión de una boda y compruebo la evolución que asegura la supervivencia de este paraje que seguro nos trae buenos recuerdos a muchos aragoneses. Muchas gracias a los pioneros que supieron valorar el potencial del sitio

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