VISITA VIP AL MUSEO PABLO GARGALLO CON EL SIPA

El pasado 21 de febrero tuvimos la oportunidad de disfrutar de la compañía de un grupo del SIPA en una visita al Museo Pablo Gargallo, una joya que recomendamos visitar. El edificio que alberga la colección fue en origen la casa nobiliaria de Don Francisco Sanz de Cortés, infanzón zaragozano nombrado Marqués de Villaverde por Carlos II. Cuando su nieto marcha a Madrid, la casa se desvincula de la familia y en 1837 la Condesa de Argillo lo hereda denominándose a partir de entonces Palacio de los Condes de Argillo.

El edificio que se puede visitar en la actualidad muestra una fachada en la que destaca el gran alero de madera, una galería superior de arquillos y la portada de arco de medio punto con jambas y dovelaje de piedra negra, un contraste cromático típico del barroco. Ya en el interior vemos que los espacios internos se articulan en torno a un patio central con ocho columnas anilladas, mientras que el piso principal muestra una arquería de medio punto sobre columnas toscanas como las del piso inferior. El patio nos ofrece también un llamativo alero de madera en el que se han representado los doce signos del zodíaco, además de máscaras y frutos.

Desde 1985 es la sede del Museo Pablo Gargallo, y su fachada nos recibe con las esculturas del Atleta Clásico y el Atleta Moderno, realizados a principios del siglo pasado para el Estadio Olímpico de Montjuic en el marco de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929. El edificio experimenta trasformaciones diversas que han permitido mostrar una excelente colección gracias al empeño y generosidad de la familia del artista, en especial su hija Pierrette que ha trabajado desde el primer momento con un objetivo siempre: mantener el legado de uno de los mejores escultores del S XX.

Pablo Emilio Gargallo Catalán nació el 5 de enero de 1881 en Maella, Zaragoza y a día de hoy está considerado uno de los escultores más importantes e innovadores del siglo XX. A lo largo de su vida artística combinó paralelamente el clasicismo con la experimentación.

Si hay una obra que impacta es Gran Profeta del año 1933, la obra más emblemática del artista y la culminación de su constante búsqueda de un estilo personal. Refiriéndose a esta escultura, Gargallo escribió a su marchante: “Acabo de concluir algo que quizá le interese. Es de bastante importancia. Creo haber hallado el camino de mi tranquilidad estética, aunque no sea el camino de la tranquilidad material…”

Llegados a este punto y para concluir estas líneas me voy a atrever a recomendar mis obras favoritas, para mí las maternidades de Gargallo son preciosas, tiernas, emotivas y trasmiten calidez humana.

No se pierdan esta joya en el corazón de la ciudad, un espacio dónde admirar, disfrutar y sentir.

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