29 Ene SAN VALERO
Hay un dicho popular que dice: “San Valero rosconero y ventolero”. Independientemente del cambio climático y que a veces no haga tanto cierzo como antes, lo que no ha cambiado es que comer roscón sigue siendo una tradición que perdura año tras año. Entre 150.000 y 170.000 roscones se estima que se venden en Zaragoza el día de su festividad.
El roscón es un dulce característico de la cultura española que ha llegado a otros países europeos cómo Portugal, Francia y Bélgica y también a otros hispanohablantes cómo México.
Zaragoza es una de las ciudades más rosconeras de España ya que se hacen roscones de diversos tipos en las siguientes fiestas sucesivamente, es decir, para la festividad de los Reyes Magos (6 de enero), San Antonio Abad conocido popularmente cómo San Antón (16 de enero), nuestro Santo el día 29 de enero y ya en febrero para las festividades de San Blas (3 de febrero) y Santa Águeda (5 de febrero).
Independientemente de que nos guste con nata o sin ella, lleve relleno de chocolate o de dulce de leche, el roscón cuya masa se aromatiza con agua de azahar, que le proporciona su aroma característico, es un dulce que puede comerse todo el año.
Un evento popular que reune a gran cantidad de público en la Plaza de El Pilar, a pesar de ese legendario frío, es el reparto gratuito del roscón la mañana del día de San Valero.
La primera vez que se repartió fue en el año 1992, pesaba unos 400 kg y fue elaborado por varios pasteleros de la ciudad. Patrocinado por el Ayuntamiento y El Periódico de Aragón actualmente se reparten unas 8.000 raciones con su correspondiente vaso de chocolate.
San Valero es un santo del que se conocen muy pocos datos fehacientes. Vivió en los primeros años del Cristianismo cuándo la persecución por parte de las autoridades romanas. Nacido en el seno de una familia acomodada aunque no se sabe en que año exactamente, fue ordenado sacerdote y desarrolló su actividad pastoral en una Iglesia Católica que sufría la persecución del emperador Diocleciano.
Nombrado obispo aproximadamente hacia el 290 de la naciente Iglesia de Caesaraugusta, se dedicó a socorrer a los perseguidos y a difundir la fe cristiana, lo que provocó la ira de Daciano, gobernador de Hispania. Capturado junto a su diácono Vicente de Osca fue llevado a Valencia para ser juzgado, cómo se supone que tenía dificultad en expresarse porque al parecer era tartamudo, fue este joven sacerdote nacido en la actual Huesca, el que se encargó de la defensa de ambos. Mientras que San Vicente fue torturado y ajusticiado, San Valero fue desterrado. Dedicado a la oración murió muy longevo en la pequeña localidad pirenaica de Enate, próxima a Barbastro el 29 de enero del 315 cuando ya el Imperio Romano había permitido el desarrollo del culto cristiano.
La figura de San Valero está presente de varias maneras en la ciudad. La pequeña y oculta calle dedicada al Santo se encuentra cerca de la catedral de La Seo, donde se conservan parte de sus reliquias albergadas en el célebre busto-relicario con los rasgos de Benedicto XIII, el Papa Luna. En la Plaza de El Pilar está presidiendo junto al Angel Custodio las puertas del Ayuntamiento desde 1965, una obra que se debe a las manos del escultor Pablo Serrano.
La parroquia más antigua del barrio de Las Delicias tiene cómo titular a San Valero. Una construcción neogótica inaugurada en 1945 obra de Regino Borobio que sustituyó a la antigua Capilla que databa de los años 20. Renovado recientemente este templo contiene un buen número de obras procedentes de iglesias desaparecidas del centro histórico, principalmente la de San Andrés que se encontraba en el entorno de la calle con dicho nombre.
San Valero es además de un buen motivo para comer roscón, un dulce con el que se identifica su festividad, una figura importante para la historia de Zaragoza que ha generado además una gran cantidad de manifestaciones artísticas, que merece la pena conocer y difundir.
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